Con la peste, en Italia, fue la primera vez que se realizó una estadística médica para constatar la gravedad.
Queda lejos en el tiempo, pero si la información es cierta, no deja de ser una coincidencia cuando menos curiosa.
También los trajes de los médicos de la peste lo son, totalmente cubiertos, de cuero con cera, con máscaras con pico de ave para que no llegara el aliento de los enfermos y una vara para si alguno se acercaba demasiado. Era un equipamiento práctico y simbólico pues era realmente siniestro. Hoy en día las enfermeras/os se visten con bolsas de basura porque no hay batas ni trajes, al menos esas imágenes se han difundido. De nuevo una doble vertiente, práctica pero inútil y simbólica: cómo nos recordarán los historiadores y voceros en el futuro. Lo que los arqueólogos encontrarán sin duda son plásticos, y en los museos del Coronavirus los plásticos se expondrán en vitrinas lo que hará a Arman removerse de gusto en su tumba. Islas de plástico en el mar y bolsas de basura en los cuerpos de nuestros sanitarios.
Estoy deseando que esto se acabe para ver los memoriales, museos y centros de documentación del Coronavirus patrocinados por laboratorios farmaceúticos.