FABLAB: hacemos nuestras propias cosas.
Ante esa frase uno no puede por menos que practicar la genuflexión.
No se si estoy ante una tribu autosuficiente (su apariencia no lo indica) o ante un extraño caso de nuevo ensueño fabmicrovanguardista que ha reducido la salvación de la humanidad a producir cosas en 3D en el patio de su casa. Elimino la salvación del mundo de la frase anterior.
Leyendo a Stiegler, un artículo de hace tiempo, me dejó bastante pasmado el hecho de que un hombre tan suyo y lleno de recovecos, citara el fablab en Africa como ejemplo de autodesarrollo ya que con impresoras 3D podían hacer sus propias herramientas. (Otra vez Africa y herramientas de autosubsistencia)
Bern, todavía sigo en shock. Más aún cuando pones fablab en google y te sale un gorila amarillo recién salido del horno.
Otro shock es encontrar las 3D en ese espacio de salvación que es Mediamark.
¿de verdad hay alguna intención política en todo esto o se trata de una nueva microforma de entretenimiento cibercultural?
Lo que está claro es que quita energía a otras iniciativas, que los presupuestos se van en dirección fablab -tambien los cerebros- y que siempre hay un gúru que nos enseña a los legos como utilizar la sagrada tecnología doméstica liberadora.
Volviendo a Stiegler, supongo que tendrá clara que parte de Africa es la que se beneficia de este asunto-
Dejo este párrafo para su reflexión y mi perplejidad:
«Podemos plantar cara a la dependencia tecnológica», afirma Francisco Sánchez, director del Fab Lab Sitges y fundador del primer Fab Café de Europa. «Ahora somos capaces de hacer cualquier cosa que queramos», añade.
Para los nostálgicos:
«Los objetos en movimiento se multiplican y se distorsionan como vibraciones a través del espacio.»
Fragmento del Manifiesto futurista
No tienen mucho que ver, pero me gusta más la segunda.